Hoy en día la tecnología está avanzando a pasos agigantados y ejerce una vigilancia constante hacia la persona que dispone cualquier dispositivo tecnológico como pueden ser; Smartphone, ordenador etc.
A mis diecinueve años, jugaba en un equipo de fútbol en el que existía un grupo de WhatsApp compuesto por jugadores y entrenadores. De este modo, el entrenador disponía de todos los números de contacto de todos los jugadores.
Por un lado, el partido era el domingo a las 17:00 de la tarde. Algunos jugadores salieron la noche del sábado llegando a altas horas de la madrugada a casa. El domingo a la hora del partido el entrenador les dice a varios jugadores la hora de llegada a casa y estos sorprendidos se preguntan cómo sabe esa información, siendo respondidos por el entrenador que les ha visto la última conexión de WhatsApp, estos sorprendidos se enfadan por ser castigados y vigilados por el entrenador.
Por otro lado y en una situación similar varios meses después en el que volvíamos a jugar un domingo a las 17:00, en la hora de la charla el entrenador anuncia delante de todos mis compañeros mí suplencia y posterior desconvocatoria para el partido de esa tarde.
Ante mi asombro, el capitán le pregunta el motivo, al que el míster responde que ayer a las 2:00 de la madrugada estaba de fiesta debido a mi última conexión. Al instante, le hago saber que no estaba de fiesta, sino que tenía cena con la familia de mi novia dejándolo sin respuesta alguna y quitándome el castigo.
A consecuencia de las diferentes situaciones, decido quitarme la última conexión para así no ser controlado por parte del entrenador, ni de ningún contacto y que nadie observe y sepa mi estado diario a través del WhatsApp.
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